Para intentar la cura de la oscilación desproporcionada entre la manía y la depresión se puede recurrir a las vías habituales, que buscan alcanzar la estabilización de la persona bipolar echando mano a herramientas que trabajan "desde el afuera de su alma", o elegir un camino terapéutico más creativo y esperanzador, que consiste en despertar los talentos dormidos y convocar las fuerzas autocurativas interiores de quien padece este trastorno, con la convicción de que - tal como decía Hölderlin-: "Allí donde está el peligro está también lo que salva".