

El yoga utiliza un lenguaje no ordinario, místico y que directamente se mueve entre el espíritu, el empirismo y la física cuántica. Sus conceptos pueden extrapolarse, pero nunca definir lo mismo con aquello que lo comparásemos: un chakra es un chakra y no un centro nervioso, pues uno está llamado a sobrevivir a la funda del cadáver y el otro terminará convirtiéndose en el almuerzo de los gusanos de los cementerios.
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El léxico, ideario y método propuesto por el yoga se revela como un patrimonio exclusivo, aunque sus prácticas vayan a coincidir con muchos ejercicios espirituales propios de los jesuitas: el uso del silencio, del retiro, del ayuno, la vigilia nocturna, las plegarias... sin embargo, ni reprime ni amortigua la libertad de cualquier otra actividad, sino que encauza (o se entrega) a lo que en las tradiciones judeocristianas y su multitud de escuelas, conocen como tentaciones: los artificios del pecado, las argucias con las que se vale nuestro instinto para romper ese conjunto de leyes arbitrarias que el Dios impuso en el desierto a las tribus que le rendían homenaje y así seleccionar a aquellos que merecían ser dignos de contemplarle en toda su magnitud.
Víctor M. Flores
`Abunda la literatura sobre yoga, pero desafortunadamente son pocos los libros verdaderamente´válidos y útiles sobre el tema.
Necesitamos, sinceramente, obras como esta que nos entrega Víctor Martínez Flores.
Es un diccionario, pero a la vez es mucho más que un diccionario; es enciclopedia, pero a la vez es más que enciclopedia.
Es un formidable compendio de conocimientos que ha de ser de gran provecho tanto para el lector profano en esta disciplina como para el experto y por supuesto para los profesores de yoga en sus más variadas formas´.
Ramiro Calle